Desde el año pasado ha surgido la preocupación del desmonte de los aranceles pactados en el DR-CAFTA, el cual entró en vigencia en 2007. El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana estableció un calendario de desmonte arancelario para liberar ciertos productos, mitigando así las sensibilidades productivas del país.
El arroz es uno de los productos que estarán gradualmente liberados, y se pactó la desgravación arancelaria total de ese cereal importado desde Estados Unidos, a partir del 2025. En este sentido, dicha liberación total representa un riesgo para el mercado dominicano, ya que podría producirse un impacto negativo en la producción nacional, dado que existe la posibilidad de que el arroz importado se venda a un precio menor al cultivado a nivel local, el cual asume los costos de mano de obra, transportación, industrialización y comercialización del producto, mientras el arroz producido en los Estados Unidos es favorecido con un régimen de subsidios.
Consecuencias
Me permito citar al economista Carlos Despradel, quien señaló, durante una entrevista realizada en mayo de 2022, que las posibles consecuencias negativas a raíz de la apertura del mercado en poco menos de dos años disparan todo tipo de alarmas. Las fábricas en las zonas rurales tendrían que cesar, ya que, en promedio, una finca de arroz dominicana es 65 % menor en tamaño que una finca de arroz americana.
Adicionalmente, el reputado profesional indicó que las cuotas de importación de arroz son de 23 mil toneladas, que representan un 3 % del consumo de ese cereal en el país, y que se podría pasar de producir un 97 % del arroz que se consume localmente a un porcentaje desconocido después que se liberalice el arroz, afectando más del 50 % o en el peor de los casos, la totalidad de la producción arrocera.
Existe un autoabastecimiento de arroz
Me constan las multimillonarias inversiones en infraestructura y tecnología que se ha realizado en el sector, y a la fecha, el mercado dominicano no necesita importar arroz, pues existe un autoabastecimiento total, el cual resultó de importante trascendencia para la seguridad alimentaria de los dominicanos durante el cierre de puertos y fronteras del 2020, causado por la pandemia del Covid-19.
Nuestros productores de arroz son motivo de orgullo para todos los dominicanos. A pesar de las diferentes crisis enfrentadas, incluyendo la pandemia, la estructura productiva arrocera ha podido mantener históricamente un abastecimiento total y un precio estable.
Es importante recordar que esta industria proviene de pequeñas fincas y de productores que, con mucho esfuerzo y organización, han progresado contribuyendo a la distribución equitativa de la riqueza y al desarrollo económico de miles de familias dominicanas. En este sentido, es atinado hacer mención de las cifras presentadas por el Ministerio de Agricultura en marzo del corriente, relativas a la industria arrocera en la República Dominicana: la misma está integrada por unos 30 mil productores, distribuidos en 21 provincias y 33 municipios, que generan más de 250 mil empleos directos a nivel nacional.
Por tales motivos, el llamado de atención de los productores nacionales requiere de una solución previa al plazo fatal del 2025, pues el Gobierno estadounidense ha manifestado su negativa de renegociar los compromisos de acceso al mercado bajo el DR-CAFTA, y cualquier modificación de los contingentes arancelarios implicaría un cambio en el Acuerdo, lo cual requiere la aprobación de todas las partes del DR-CAFTA.