Contexto político-electoral complejo en Colombia
La República de Colombia atraviesa un momento crítico de su historia democrática, con una campaña electoral adelantada, marcada por la violencia político-electoral. La situación recuerda episodios dolorosos del pasado reciente, en los que el país fue forjado en el temor, la incertidumbre y el dolor, producto de décadas de dominio de organizaciones paramilitares, cárteles de la droga y otras estructuras del crimen organizado que aún hoy operan con influencia en el panorama nacional.
El atentado a Miguel Uribe Turbay y el regreso de viejos fantasmas
El atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, precandidato presidencial del partido Centro Democrático, ocurrido el 7 de junio de 2025 durante un mitin en Bogotá, activó las alarmas de una ciudadanía que aún no ha superado el trauma de los asesinatos de candidatos en los años 80. El hecho también guarda similitudes con el crimen del periodista y político ecuatoriano Fernando Villavicencio, en lo que parece una peligrosa tendencia en países afectados por el crimen transnacional.
Criminalidad organizada: un actor político más
Colombia enfrenta un proceso electoral atravesado por múltiples intereses, entre ellos los de quienes controlan el monopolio del crimen y la violencia. La penetración de estos actores en la política es una constante que complejiza cada ciclo comicial. La campaña de 2025, además de anticipada, se desarrolla fuera del calendario oficial establecido por la Registraduría Nacional del Estado Civil, que apenas iniciará en los próximos días el proceso formal de inscripción de candidaturas.
Precandidatos sin fuerza popular y escenarios fragmentados
Entre los pocos nombres con cierto reconocimiento se encuentran la periodista conservadora e independiente Vicky Dávila, que podría aglutinar el voto uribista; el exministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, por el Partido Conservador; y la abogada Sondra Macollins, conocida por haber defendido al excapo del Cártel de Medellín, Carlos Lehder. La dispersión de figuras refleja la falta de cohesión de una oposición sólida o de una alternativa clara frente al gobierno actual.
El gobierno de Petro: promesas no cumplidas y retrocesos estructurales
Colombia se encuentra sumida en un clima de descontento ante la incapacidad del gobierno de Gustavo Petro de conectar con los sectores que esperaban el prometido “cambio”. La retórica del mandatario, a veces imprudente, y los obstáculos en el Congreso para aprobar reformas claves en salud y trabajo, han generado frustración. A esto se suma la parálisis de procesos de paz impulsados por gobiernos anteriores.
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El retroceso en los acuerdos de paz y el repunte de la violencia
Un símbolo trágico de este retroceso es la historia del joven de 15 años que atentó contra Uribe Turbay, quien habría participado en un programa de asistencia social gubernamental y confesó que actuó por dinero. Además, el fin del cese al fuego con el ELN, las fallas en la reinserción de excombatientes de las FARC y el resurgimiento de ataques terroristas, como los carros bomba, evidencian que la paz duradera aún está lejos.
Economía resiliente, pero con brechas profundas
A pesar del clima de inseguridad, la economía colombiana mostró un crecimiento del 2,7 % del PIB en el primer trimestre de 2025, según el DANE, impulsado principalmente por el consumo de los hogares. Sin embargo, la inversión ha disminuido y persisten grandes desafíos relacionados con la desigualdad social. Colombia continúa siendo la cuarta economía de América Latina, pero con fragilidades estructurales profundas.
Una campaña violenta con proyección polarizada
Todo apunta a que Colombia vivirá una campaña electoral tensa y polarizada. Se prevé un aumento de los niveles de violencia a medida que se definen las preferencias del electorado. Las fuerzas conservadoras podrían ganar popularidad como alternativa al proyecto de izquierda, en un entorno donde los discursos duros y el clamor por seguridad ganan terreno ante el desencanto con el actual gobierno.
