Los estallidos sociales que se han registrado en Francia continúan aumentando en cuanto a la intensidad y violencia que han caracterizado una cultura revolucionaria que se remonta al siglo XVIII.
Las protestas callejeras en las principales ciudades francesas han trascendido en los medios internacionales por el caos, desorden, la afectación de la propiedad pública y privada, así como el conflicto de cara a las autoridades que gestionan la seguridad pública, como producto de los mecanismos utilizados por los gremios, sindicatos y ciudadanos que se han manifestado en contra de iniciativas o sucesos que tocan las fibras de la sociedad francesa.
Precedentes del descontento
Desde hace años, Francia tiene un panorama social en constante ebullición y solo hay que remontarse a las jornadas huelgarias más recientes y sus motivaciones, como fueron: El Movimiento de los Chalecos Amarillos (2018), contra los precios de los combustibles y la pérdida de la capacidad adquisitiva; y la marcha en tractores de productores agrícolas desde diferentes partes del país hasta congregarse en París (2019), rechazando las transformaciones agrarias.
Nahel, la gota que derramó el vaso
Asimismo, las protestas en rechazo a la reforma de las pensiones desde finales del 2022 y en el transcurso de este 2023, y en última instancia, las revueltas iniciadas luego del asesinato de un disparo a quemarropa de Nahel M., de 17 aňos, de manos de un policía que intentó hacerle una inspección de control de tráfico, a lo que el adolescente de ascendencia argelina y marroquí se negó. Este suceso amerita un análisis que va más allá de la tragedia.
En tal sentido, algunas de las protestas callejeras de corte violento se escenifican en los suburbios de las ciudades donde se ubica una parte importante de la diáspora musulmana, que ha mostrado problemas de adaptación, discriminación y estigmatización en un país que, si bien les ofrece libertades, tiene leyes que muchas veces colisionan con su ideología religiosa y sus valores.
Son varios los episodios que se han registrado, como fue el de las prohibiciones del velo islámico en escuelas, espacios públicos y el carné de conducir. Las sátiras del semanario francés Charlie Hebdo, ridiculizando al profeta Mahoma, fundador del islam, derivaron en un ataque terrorista dentro de sus instalaciones, donde murieron 12 personas, entre empleados y miembros de la policía (2015), que sirvieron, lamentablemente, para evidenciar el sentimiento y la percepción que tienen sectores franceses hacia las comunidades musulmanas y viceversa.
El impacto de la migración
Cabe señalar que la migración y sus efectos han formado parte del discurso y el debate político en varios países, no siendo Francia una excepción, donde en ocasiones trascienden planteamientos tendentes a la radicalización, cuando en esencia reflejan el sentir de una sociedad que está cambiando demográfica y socialmente, con sus repercusiones en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana a nivel global.
El rechazo de una población hacia la policía es un sentimiento que trasciende al país europeo, que ha cobrado popularidad a través de las plataformas de redes sociales, y que se ha repetido cíclicamente en la palestra pública internacional como parte de un clamor popular ante los atropellos contra miembros de las comunidades vulnerables o minorías, como ha sucedido también en los Estados Unidos.
Las distintas entidades multilaterales y sociedad civil han señalado políticas y protocolos discriminatorios por parte de la Policía francesa, conjeturas que han sido rechazadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, que también ha establecido que se ha ejercido los principios de proporcionalidad y absoluta necesidad para enfrentar el caos creado en diversas ciudades como parte de las protestas.
La inestabilidad social está enmarcada dentro de una narrativa de desigualdad social, racismo y discriminación, que forma parte de un creciente descontento popular que se ha manifestado por las diversas protestas en Francia de los últimos años, y que han contribuido con crisis políticas a la paz social y a la estabilidad que Macron ha intentado establecer durante su gestión del gobierno.
