La Cumbre de las Partes (COP, por sus siglas en inglés), más conocida como la Cumbre del Clima, inició en Dubai el 30 de noviembre y finalizó el pasado 12 de diciembre, periodo en el que trascendieron las discrepancias y contradicciones de varios estados que si bien están a favor de reducir la emisión de gases contaminantes e impulsar el desarrollo y el uso de las energías renovables, también se resisten a abandonar el uso del carbón, el petróleo y sus derivados.
El conclave, considerado el más relevante desde el Acuerdo de París, reunió a unos 200 países. El primer borrador que de manera preliminar fue elaborado y publicado, refleja el compromiso de los estados de reducir la producción y el consumo de los combustibles fósiles, pero no de eliminarlos completamente, enterrando las esperanzas un tanto utópicas de que se produjera un acuerdo histórico contra el uso del petróleo.
La producción y el uso del llamado oro negro fue el tema de mayor discusión desde que en enero se conoció la designación del sultán Al Jaber como presidente de la COP28, pues aunque es un inversionista en energía renovable y tiene como modelo de desarrollo una ciudad ecológica en Abu Dabi autoabastecida de energía solar, conocida como “Masdar”, lo cierto es que en contraposición, el citado líder es el director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi (ADNOC), la cual apuesta por el aumento de las exploraciones petroleras y una mayor inversión en empresas petroquímicas, incluso localizadas en países distantes, como Brasil y Austria.
En ese orden, Arabia Saudí, que forma parte esencial de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), se opuso tajantemente a la prohibición de los combustibles fósiles, derivando en diferencias con los Emiratos Árabes Unidos, que está a favor de la sinergia entre la utilización de petróleo y la energía limpia.
Esa ambivalencia se ha percibido en países cercanos y que son referentes en Latinoamérica a nivel de producción petrolera. En tal sentido, el presidente colombiano, Gustavo Petro, aprovechó el escenario de la COP 28 para comentar que su país dejó de firmar contratos de exploración de petrolero, gas y carbón, a pesar de que este es el sector de la economía que genera los mayores volúmenes de exportación.
A lo que se agrega que, Petro y su homólogo de Venezuela, Nicolás Maduro, anunciaron el pasado noviembre, un proyecto de integración energética, que contempla, entre otras cosas, nuevas exploraciones petroleras en territorio venezolano y la conformación societaria de las estatales Ecopetrol y Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Una de las grandes sorpresas fue la adhesión de Brasil como observador de la OPEP, contrastando con el discurso y las medidas adoptadas por el presidente del gigante sudamericano, Lula da Silva, para remediar la depredación de la Amazonía.
Mientras que, la lucha por el control del petróleo es la esencia del diferendo entre Venezuela y Guyana, aunque quiera disfrazarse con un discurso nacionalista.
De su lado, la República Dominicana se comprometió en el marco de la COP 28, a reducir el uso del carbón en la generación eléctrica, aunque de manera progresiva, porque la Central Termoeléctrica Punta Catalina es la mayor generadora de electricidad del país, que es a base del citado mineral.
Por último, el desarrollo e implementación de las energías renovables resultará cada vez más cuesta arriba, por las condiciones climatológicas extremas que se están registrando y que como país insular, con un clima tropical que a veces puede tornarse impetuoso, podría ser el primer obstáculo para avanzar en el uso de energía limpia, siendo este un tema que trataremos en una próxima entrega.