Estados Unidos, que es un referente en materia de libertades, democracia y alternarbilidad política, se encuentra bajo un intenso activismo electoral, a propósito de la celebración de las elecciones de medio término, el próximo martes 8 de noviembre.
En este proceso, los partidos Demócrata y Repúblicano medirán fuerzas no solo por el control de la Cámara de Representantes y el Senado, sino para lograr retener o alcanzar las plazas de las gobernaciones que están en disputa. Estos comicios también son un termómetro para medir las preferencias electorales a nivel político partidario, con vistas a las elecciones presidenciales de 2024.
Las encuestas proliferan en estas fechas y las más reputadas coinciden en que el Partido Repúblicano tendrá mayoría en la Cámara de Representantes, que será renovada en su totalidad; un panorama que también podría replicarse en el Senado, donde un tercio de sus 100 miembros va a elecciones.
En tal sentido, cobra fuerza la idea de “una ola roja”, en alusión al posicionamiento que podrían lograr los republicanos en los principales estamentos de poder político y como esto repercutiría en la gestión de Joe Biden, en los dos aňos que le quedan de mandato. El panorama electoral adverso ha motivado un mayor activismo del dignatario, que inicialmente estuvo un poco distante de todo este laborantismo político.
Las proyecciones favorables al Partido Repúblicano también han propiciado que el liderazgo político más representativo del Partido Demócrata haya asumido una agenda más activa, siendo los casos del expresidente Barack Obama, la vicepresidenta Kamala Harris y la exsenadora Hillary Clinton.
Obama es un símbolo para el Partido Demócrata y hasta para Estados Unidos, porque encarna todo aquello que como nación intentan proyectar: igualdad, a propósito de su afrodescendencia; la superación personal de un ciudadano común, como cualquier otro; y el ejercicio político equilibrado entre el conservadurismo y lo liberal.
Este activismo de Obama podría calar en las minorías, dentro de la que se ubica el voto latino, que fue decisivo para sus victorias electorales.
La incorporación de Obama viene a mejorar la interacción mediática del liderazgo demócrata, tomando en cuenta el declive de la popularidad del presidente Biden; los problemas de imagen de Kamala; y lo rezagada que está Hillay en términos políticos.
La perspectiva del presidente Biden
Desde su perspectiva, Biden ha pretendido hacerle entender a los votantes el riesgo que implica el eventual triunfo de esta “ola roja”, al advertir recientemente que “La democracia está en juego”, dado que candidatos republicanos radicales podrían denunciar fraude ante una posible derrota, provocando con ello situaciones de desorden y violencia de difícil manejo, retrotrayendo a la memoria colectiva el nefasto episodio del asalto al Capitolio, lo cual enviaría un mensaje distorsionado de la democracia más grande del continente americano.
Esta advertencia de Biden trasciende en momentos en que el expresidente Donald Trump dio a conocer que posiblemente aspirará por la nominación presidencial en el 2024, algo que esperan muchos de sus partidarios.
En otro tenor, la migración, el aborto, la inflación y como marcha la economía, son los tópicos que centran el activismo político partidario.
El voto latino puede ser importante y en algunos casos decisivo, dependiendo de los estados donde existe una mayor presencia de estos inmigrantes, cuya intención de voto varía de acuerdo a su etnia, religión, estatus económico y social, etc.
De acuerdo a analistas, los electores tienden a dar un voto de castigo al partido oficialista en las elecciones de medio término, que no siempre se replica en las comicios presidenciales. Solo nos queda mirar desde la distancia como se comportan los votantes, siendo esto un reflejo de sus aspiraciones presentes y futuras.
